Publicado el 21 agosto, 2010 por bitacoradegalileo
En la Constelación del Cisne, a unos 4 grados al este de la brillante estrella Deneb (Alpha Cygni) encontramos este complejo nebuloso, compuesto por las Nebulosas Norteamérica y del Pelícano, sorprendentes por su forma extremadamente familiar.
Efectivamente, NGC7000, conocida como Nebulosa Norteamérica, recuerda de forma insistente al subcontinente norteamericano. El Golfo de México y la Península de Florida son fácilmente reconocibles en la nebulosa, así como el inicio del istmo que constituye Centroamérica, y hasta parece vislumbrarse la Península de Yucatán. A su lado, otra caprichosa formación nebulosa dibuja el pico alargado, la cabeza y el cuello de un Pelícano intruso, mientras un poco más allá, Deneb, en el centro de la fotografía de la derecha, asiste incrédula al espectáculo (en realidad, esta estrella está mucho más lejos).
El conjunto forma parte de la mucho más extensa Hendidura del Cisne, también llamada el Saco de Carbón Boreal (no confundir con el verdadero Saco de Carbón, en la Cruz del Sur), una nebulosa oscura que parte en dos a la Vía Láctea en esta constelación, paralela al asterismo de la Cruz del Norte, surcando de norte a sur el Triángulo de verano, del que Deneb es uno de sus vértices junto con Vega y Altair. La Hendidura llega hasta el Águila, y se diluye en la vecina constelación de Ophiuco, lo que se aprecia perfectamente a simple vista en cielos oscuros. Ha recibido también los nombres de La Grieta Oscura y La Gran Grieta.
En el extremo norte de la región encontramos a nuestros dos objetos, la Nebulosa Norteamérica (NGC7000) y la Nebulosa del Pelícano (IC5070), que aparecen en la fotografía a la izquierda (al este) de la brillante estrella Deneb (Alpha Cygni). Ambas pertenecen al mismo complejo, junto con las nebulosas de emisión que rodean a Gamma Cygni (la estrella que ocupa el crucero en el asterismo de la Cruz del Norte).
La Nebulosa Norteamérica, o NGC7000 (su número en el New General Catalogue of Nebulae and Star Clusters), es inconfundible. Su forma parece calcada de un mapa de esa zona de la Tierra, y luego «pegada» en esa región del espacio (o al revés). Sin embargo, las similitudes acaban ahí. Su tamaño real es de 50 años-luz de diámetro, que es el tiempo que tarda en llegar la luz desde un extremo a otro de la nebulosa. Piénsese además en que no se trata de un objeto plano, sino de una gran nube con una profundidad similar a la anchura que podemos ver. Es
ciertamente descomunal. A pesar de su distancia (unos 1.800 años-luz), ocupa en nuestro cielo un tamaño aparente cercano a los seis grados cuadrados (175′ x 110′), muy superior al de la Luna llena (30′ de diámetro).
La nebulosa está compuesta por hidrógeno molecular (H2). Es un gas frío, que absorbe luz. Pero en su interior se sitúan estrellas jóvenes muy masivas cuya radiación descompone el hidrógeno, ionizándolo, y provocando ese color rojizo al volver a combinarse. En cambio, la parte más brillante que se parece a México y Centroamérica, llamada El Muro del Cisne, consta de gas caliente y es una zona donde están naciendo estrellas, a semejanza de lo que ocurre en la Gran Nebulosa de Orión (M42).
Una nebulosa oscura de absorción se interpone entre Norteamérica y el Pelícano y es la responsable de las caprichosas formas que vemos.
La Nebulosa del Pelícano, o IC5070 (su número en el Index Catalogue, un suplemento del NGC) es el otro objeto que nos ocupa. Se trata de una nebulosa más tenue, y algo más pequeña que NGC7000, pues su tamaño se reduce a unos 30 años-luz de diámetro, y se estima que está a unos 2000 años-luz de distancia. Zonas oscuras dibujan el contorno de la cabeza y el cuello, así como el pico y el ojo del Pelícano. Su composición es similar a la Nebulosa Norteamérica, un gas frío que absorbe la luz de las estrellas que contiene, y estrellas jóvenes que excitan al hidrógeno molecular, hasta calentarlo. Un frente de ionización separa las zonas más calientes de las más frías, y delimitan las regiones más al norte, donde se ubican la cabeza y el cuello, y que es donde están naciendo las nuevas estrellas.
El astrónomo alemán William Herschel, el descubridor de Urano, fue también quien avistó por vez primera a la Nebulosa Norteamérica y la del Pelícano, en el año 1.792. Al recibir el nombramiento de Astrónomo Real de la Corte del rey británico Jorge III, como premio por su descubrimiento del planeta, pudo dedicarse de lleno a la Astronomía, y aportó, entre otros méritos, la existencia de miles de nebulosas que sumar a las que figuraban en el Catálogo Messier.
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