Anotaciones de observación astronómica elemental

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Saturno: un planeta con orejas.

Publicado el 29 agosto, 2010 por bitacoradegalileo

Es inimaginable la cara de sorpresa que debió poner Galileo aquel 25 de julio de 1610, cuando dirigió su rudimentario telescopio, que sólo le proporcionaba unos 9 aumentos, hacia «el más alto» de los planetas conocidos: ¡Había descubierto que Saturno tenía orejas!. La poca precisión del instrumento, así como lo desconocido de la naturaleza de lo que veía, hizo que Galileo lo describiera como asas u orejas.

Saturno es el más hermoso de todos los astros del Sistema Solar, y el más conocido (hay quien opina que este doble honor le corresponde a la Tierra). Aunque hoy sabemos que los cuatro grandes planetas gaseosos poseen anillos, los de Saturno son los únicos que se evidencian de forma inmediata, y es por eso que también se le llama «el señor de los anillos», pues es ésta su característica más definitoria. Pero no es la única, pues a pesar de su gran tamaño, sólo superado por Júpiter, su baja densidad de 0.70 gramos por centímetro cúbico lo hace más ligero que el agua, por lo que flotaría en un hipotético océano capaz de albergarlo. Saturno es el sexto de los planetas del Sistema Solar y el segundo de los grandes planetas exteriores, llamados también jovianos o gigantes gaseosos. Su elevada velocidad de rotación hace que el día saturnal sólo dure algo más de 10 horas y media, o 0.44 días terrestres, por lo que la fuerza centrífuga le produce un notable achatamiento, responsable de que el diámetro ecuatorial sea un 10 % mayor que el polar. Con pequeños telescopios es posible observar esta acusada característica. Comparado con la Tierra, el diámetro de Saturno resulta ser 9.41 veces el de nuestro planeta. Podría contener 740 veces a la Tierra, pero su masa sólo es 95 veces superior a la terrestre, debido a su ya citada baja densidad.

Estructura e interior del planeta

La estructura interna de Saturno es muy parecida a la de Júpiter, con un núcleo central constituído por material rocoso. A éste lo envuelve un manto de hidrógeno metálico. Sobre éste hay otra capa de hidrógeno, ya molecular (H2) y en estado líquido. La atmósfera contiene también hidrógeno, aunque con alguna proporción de helio, y en ella se producen violentas tormentas y vientos que llegan a alcanzar velocidades cercanas a 1.800 km/h, a temperaturas de 180 ºC bajo cero. En las capas más altas se pueden encontrar nubes de metano y amoníaco. En los polos, el viento solar junto con los efectos del hidrógeno metálico del interior, atrapa iones atómicos y electrones, junto con material procedente de los anillos, que producen auroras boreales y australes, que irradian en el ultravioleta.


Pulse sobre la imagen para magnificarla. Una vez que se haya abierto, vuelva a pulsar sobre la zona que desee observar. Foto:NASA.

Sistema de Anillos

Los anillos que circundan a Saturno, alrededor de su plano ecuatorial, son la característica más notable del astro, pues son ciertamente magníficos. En primer lugar, y como se dijo, fueron observados por Galileo en 1610, aunque el astrónomo toscano no pudo comprender su naturaleza. El holandés Christiaan Huygens sí lo hizo, casi medio siglo después, y fue el primero que anotó la presencia de esos anillos en Saturno, circunstancia que se consideró única y excepcional hasta que fueron descubiertos los de Urano en 1977. Estructuras similares se desvelarían poco después en Júpiter y Neptuno.

Al empezar la década de los 70 del siglo XX, sólo conocíamos a seis de estos anillos, que fueron nombrados por una letra mayúscula, según el orden en que fueron descubiertos, separados por regiones entre las que destacan la División de Cassini y la División de Encke, también llamada «el trazo de lápiz» por su delgadez. Pero las sondas Voyager I y II, desvelaron que estaban subdivididos por multitud de otros anillos más delgados. Hoy sabemos que existen más de 100.000, con un espesor variable, desde unos sorprendentes 10 metros, hasta varios kilómetros, presentando ondulaciones y picos semejantes a las montañas existentes en la Tierra.

Estas estructuras las componen granos de polvo, hielo y rocas cuyo diámetro varía desde unos milímetros hasta peñascos del tamaño de una casa.

Pulse sobre la imagen.

Nuestra perspectiva del sistema de anillos va cambiando, conforme variamos nuestra posición relativa respecto a Saturno, porque la inclinación de la eclíptica con respecto al plano ecuatorial donde se encuentran los anillos es de unos 27º, de forma parecida a lo que ocurre con la Tierra. Cuando los vemos totalmente perfilados, resultan prácticamente invisibles, dada su extrema delgadez: Es el equinoccio saturnal. Eso fue lo que le pasó a Galileo que, confundido, se enfadó con el planeta, y no volvió a enfocarlo más.

Satélites

En la fotografía de la derecha, y de arriba a abajo, Tetis (y su sombra sobre Saturno), Dione y Rea.

Son incontables los objetos que orbitan al planeta, de los que más de 60 están catalogados como satélites naturales de Saturno, pero sólo 8 de ellos superan los 200 kilómetros de diámetro. Titán, Rea, Jápeto, Dione y Tetis tienen más de 1.000, mientras Pan, satélite pastor en la División de Encke, no supera los 20 kilómetros. Titán y Encélado (499 km) son las lunas más interesantes, pero muchos son simples peñascos no mayores de la media docena de kilómetros.

Titán es el mayor satélite de Saturno, con un diámetro de 5.150 kilómetros, y la única luna del Sistema Solar que posee una atmósfera densa, superior a los 300 km de espesor. Descubierto por Christiaan Huygens en 1655, es fácilmente visible con telescopios de aficionado, pues brilla con una magnitud de +8.4. Su superficie está cubierta, en parte, por océanos líquidos de metano y etano y en su atmósfera encontramos nitrógeno, cianuro de hidrógeno y monóxido y dióxido carbónico. Recientes investigaciones demuestran que Titán posee reservas de hidrocarburos superiores a los de toda la Tierra. La temperatura en superficie es de 179 grados centígrados bajo cero.

Encélado es el sexto satélite más grande de Saturno. Aunque sólo tiene 499 kilómetros de diámetro, su interés radica en la presencia de géiseres de vapor de agua, que revelan la existencia de agua líquida a poca profundidad. Su proximidad al planeta le produce una trabazón gravitacional que hace que su período de rotación coincida con el de traslación alrededor de Saturno. Hay cráteres en su superficie y su elevado albedo (99 %) revela también la existencia de hielo, que hace que su temperatura superficial sea de 193 ºC bajo cero. Su magnitud visual de +11.5 lo hace difícilmente detectable con telescopios pequeños.

Exploración astronáutica

Varias sondas automáticas, por supuesto sin tripulación, han explorado Saturno. En 1979, la Pioner 11; en 1.980, la Voyager I y en 1.981, la Voyager II, transmitieron diversa información, pero en 2004 fue determinante la llegada a la región de la sonda combinada Cassini-Huygens, que aportó miles de imágenes que permitieron interesantes descubrimientos, muchos de ellos vertidos en este informe.

Observación

Saturno se ve sin problemas a simple vista, pues brilla con una magnitud que puede llegar a ser similar a la de Vega (Mv = 0.0). Con ayuda de unos binoculares ya se aprecian los anillos y su forma achatada por los polos, y con pequeños telescopios se distinguirá a Titán, junto al planeta, con un brillo similar a una estrella de octava magnitud. Debe evitarse aplicar demasiados aumentos, pues ver más grande no es ver mejor, como se aprecia en la siguiente imagen:

Lo recomendable es tener siempre como límite máximo de aumentos el doble de la apertura de su telescopio, expresada en milímetros. Si su telescopio tiene una abertura de 120 mm, no debe exceder de 240 aumentos. Expresado en pulgadas, multiplique por 50 la abertura. Un
telescopio de 6 pulgadas no debería pasar de 300 aumentos. A partir de ahí, empezará a ver mucho peor.

Mitología

Saturno es el dios de la agricultura en la mitología romana, y equivale a Cronos en Grecia. Este dios era hijo de Urano y el regidor absoluto del Universo. Para evitar ser desposeído del trono por sus hijos, los devoraba. Pero su mujer escondió a uno de ellos, Zeus (equivalente al Júpiter romano), para salvarle la vida. Zeus, al crecer, destronó a su padre.

La pintura, titulada «Saturno devorando a uno de sus hijos», pertenece a Pedro Pablo Rubens, y está fechada en 1.636.

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