Anotaciones de observación astronómica elemental

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NGC 2451, cúmulo abierto en Puppis

Publicado el 9 marzo, 2012 por bitacoradegalileo

Sobre los intensos campos estrellados de la Vía Láctea, en el brazo de Orión que se asoma tímidamente a las costas meridionales europeas en el tibio invierno mediterráneo, y entre otros objetos más famosos que fueron recogidos por Charles Messier y William Herschel en sus respectivos catálogos, aparece de forma discreta, a muy baja altitud sobre el horizonte, un notable cúmulo que fue ignorado por ambos, aunque ya mereció la atención del astrónomo siciliano de la escuela galileana Giovanni Battista Hodierna durante el siglo XVII: NGC 2451.

Ubicado en la actualidad en la Constelación de Puppis (La Popa), una de las cuatro en que fue dividida la antigua Constelación del Gran Navío Argos, NGC 2451 es uno de los cúmulos más brillantes de los que podemos admirar en todo el cielo, pues es visible a ojo desnudo sin problemas, sobre todo cuando se le observa desde latitudes más australes de las que se disponen en Europa, como en esta envidiable imagen de Babak Tafreshi, de las Cataratas del Iguazú, en la frontera entre Argentina y Brasil.

Repartidas por una extensión de unos 50′ de arco, se han contado hasta 153 estrellas (algunos autores se quedan bastante más cortos), pero se hace difícil la filiación concreta de cada una de ellas, toda vez que se trata de un extraño caso de «cúmulo doble óptico», a semejanza de las estrellas binarias ópticas, o falsas binarias, que sólo dan la impresión de estar muy juntas pero es un efecto de la perspectiva. Es decir, tenemos dos cúmulos superpuestos en nuestra línea visual. Expondré esta cuestión con más detalle más abajo.

El cúmulo fue descubierto por Hodierna con anterioridad a 1654, año de la publicación de su De admirando Coeli Characteribus, que es la primera obra en la que se catalogan de forma sistemática una serie de objetos astronómicos no estelares; podemos decir que es el primer catálogo de cielo profundo de la Historia de la Astronomía. La aportación de Hodierna, sin embargo, fue olvidada debido posiblemente al alejamiento y aislamiento que sufría su Sicilia natal durante aquellos tiempos, así es que el descubrimiento de NGC 2451 fue largamente atribuido a John Herschel (el hijo de William, descubridor de Urano), hasta que en el año 1985 los investigadores de la Universidad de Palermo Serio, Indorato y Nastasi informaron de los trabajos del siciliano, que también incluyeron otros importantísimos hallazgos.

Ni Charles Messier ni William Herschel observaron al cúmulo, con seguridad por culpa de los pocos grados de latitud de desventaja que contaron con respecto a la posición de Hodierna, pues su localización austral lo hace aparecer muy bajo sobre el horizonte de las costas meridionales de la isla italiana, y aún más bajo desde la posición del francés y del músico de Hannover afincado en Inglaterra. La declinación de NGC 2451 es de unos 38º al sur del ecuador celeste, y desde Cádiz (mi observatorio habitual) no supera nunca los 15º de altitud en su tránsito por el sur. Sí pudo ser avistado, en cambio, por John Herschel, durante su estancia en Sudáfrica.

La Constelación de Puppis, donde podemos encontrar a nuestro cúmulo, es una de las tres en que el astrónomo y teólogo francés Nicolas Louis de Lacaille dividió a la del Navío Argos, dada la enorme extensión de esta región del cielo, que incluía a más de 300 estrellas, con la consiguiente dificultad que entrañaba su estudio. Lacaille procedió a crear las nuevas constelaciones de Carina (La Quilla), Vela (La Vela) y Puppis (La Popa). Pyxis (La Brújula), que a veces es también incluida, no formaba parte del antiguo Navío Argos. Cabe citar que las estrellas más brillantes de esa antigua región pertenecen ahora a Carina y Vela, y ésta es la razón de que Puppis carezca de estrellas con denominación de Bayer desde Alpha hasta Epsilon.

Puppis resultó, con todo, ser la mayor de ellas, extendiéndose desde los 10º sur hasta los 50º también sur, y en esa franja Messier sí pudo observar a otros tres cúmulos que, aunque menos brillantes que NGC 2451, su posición más cercana al ecuador celeste favoreció su avistamiento y posterior inclusión en el famoso Catálogo Messier. Se trata de los objetos M46 (15º S), M47 (14º 30′ S) y M93 (24º S).

Tal concentración de cúmulos galácticos es la consecuencia lógica de la presencia en este lugar del cielo del Brazo de Orión de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que procedente de la Constelación de Canis Major (a la que pertenece Sirio) desde el norte, cruza a Puppis en dirección a Carina (lugar donde se encuentra Canopus).

Los densos campos estelares que aquí se citan originan un paisaje de fondo que hace recordar a una alfombra persa y nos transporta a los cuentos de Las Mil y una Noches. El Brazo de Orión es el más cercano a nuestro planeta, en dirección opuesta al centro galáctico, donde se encuentran las constelaciones de Sagitario y Escorpio, que en esta época no podemos ver por situarse en la misma posición que ocupa el Sol. Por cierto, el lector puede hacerse una idea bastante aproximada de la altitud que alcanza NGC 2451 desde su residencia, pues ésta es muy parecida a la que adopta el aguijón de Escorpio en los meses centrales del año.

Esta misma abundancia en cúmulos estelares no debe ser motivo de confusión, pues NGC 2451 tiene un aspecto muy peculiar, debido sobre todo a la presencia de la estrella c Puppis, que enseguida veremos. Debe anotarse, en cambio, la cercana presencia en el mismo campo del precioso cúmulo NGC 2477, que vemos a la izquierda en las fotografías, mucho más rico y denso pero más pequeño y menos luminoso que NGC 2451. Este cúmulo se sitúa más allá, a unos 3700 años-luz, y contiene un número de estrellas superior a las 300, uno de los más compactos que se conocen, llegando incluso a asemejarse a un cúmulo globular.

NGC 2451 no es un solo cúmulo, como ya adelanté al principio del artículo. La casualidad ha querido que dos objetos de este tipo se alineen en la misma dirección hacia la posición en la que nosotros nos encontramos, apareciendo superpuestos el uno con el otro, a pesar de que el segundo se localiza al doble de distancia que el primero. Esto ha hecho a los astrónomos distinguir entre los dos objetos, llamando NGC 2451A al más próximo, que dista unos 600 años-luz de la Tierra, y NGC 2451B al más lejano, situado a unos 1300 años-luz.

Además, otras estrellas se interponen en una posición intermedia entre A y B de NGC 2451, dificultando aún más la tarea de delimitar la pertenencia de cada una de ellas a uno u otro. Por si fuera poco, el número de estrellas del fondo es incontable, aunque son más viejas y tenues. En el centro prácticamente exacto se sitúa c Puppis, que es la estrella más brillante del cúmulo, de una belleza incontestable, con una magnitud visual de +3.6, visible por tanto a simple vista y responsable principal de que también lo sea el cúmulo en su conjunto. Pero esta estrella, para nuestra sorpresa, en el mejor de los casos pertenece a NGC 2451B, el más lejano, si no es que está aún más distante, pues se sitúa a más de 1300 años-luz de nosotros. Es una gigante anaranjada (parecida a Aldebarán) de tipo espectral K4III y se aleja de nosotros a una velocidad aproximada de 17 kilómetros por segundo.

Otras estrellas del cúmulo presentan distintas coloraciones, correspondiendo a diversos tipos espectrales, que van desde el azul hasta el blanco, pasando por amarillas y anaranjadas, dándole al conjunto un aspecto sumamente atractivo. La mayoría de estas componentes, más brillantes, se alojan en una distancia en torno a los 600 años-luz, o algo superior, y muchas son estrellas azules de tipo espectral B, bastante jóvenes y calientes como corresponde a las estrellas que integran en su mayor parte los cúmulos estelares, debido a su juventud, datada en unos 50 millones de años, aunque NGC 2451A podría ser algo más viejo, hasta unos 80 millones de años.

La dispersión del cúmulo, en cambio, resulta bastante acusada, y su diámetro es casi dos veces el de la Luna llena, así es que para obtener una visión más integrada del conjunto, conviene iniciar su observación con binoculares, pues éstos ya nos mostrarán más de una decena de estrellas brillantes, acompañadas por un buen número de otras más tenues. Unos 10×30 bastarán para empezar pues la magnitud visual integrada del cúmulo es de +2.8. Con telescopios de cierta potencia, sólo podremos disfrutar de una parte del objeto, pues el campo visual que abarque nuestro ocular será inferior al del cúmulo. Use, en ese caso, reductores de la focal de su telescopio. Cielos despejados y suerte con su observación.

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