Anotaciones de observación astronómica elemental

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Urano, el planeta esmeralda

Publicado el 3 octubre, 2010 por bitacoradegalileo

Según su proximidad al Sol, Urano es el séptimo de los planetas del Sistema Solar, situándose más allá de la órbita de Saturno, y más cerca que la de Neptuno. Es el tercero más grande de todos, encuadrándose entre los llamados gigantes gaseosos. Éstos reciben también la denominación genérica de planetas jovianos, en referencia a Júpiter, el mayor de todos ellos. Se sitúan más allá del cinturón de asteroides, sirviendo éste de frontera natural con los otros cuatro planetas, llamados rocosos, interiores o terrestres, en referencia al planeta Tierra, y que son mucho más pequeños.

Es Urano un astro muy particular. Su singularidad viene dada en primer lugar por la brutal inclinación de su plano de rotación, que forma un ángulo prácticamente recto con el de traslación, circunstancia debida probablemente a una violenta colisión con algún asteroide, allá en los albores del Sistema Solar. Esta circunstancia hace que el polo encarado hacia el Sol sea la región más caliente del planeta, y que en ese lugar haya un día de 42 años, la mitad del tiempo que tarda el astro en completar su órbita. La inclinación afecta también a su sistema de anillos y al conjunto de sus satélites.

Otra anomalía es el sentido de rotación, pues Urano es retrógrado, lo que quiere decir que rota de este a oeste, al contrario de como lo hacen la Tierra y la mayoría de los planetas. Venus y Plutón también presentan esta misma característica, así es que en estos astros el Sol sale por el oeste (poniente para nosotros) y se pone por el este (levante en la Tierra).

Urano no se ve a simple vista. Ésa es la razón por la que su existencia no fue conocida hasta después de la invención del telescopio, que comenzó a usar Galileo Galilei en 1609. El astrónomo inglés John Flamsteed lo observó en 1.690, cuando Urano transitaba por Tauro, pero supuso que era una estrella de esa constelación, así es que lo catalogó como 34 Tauri, pues ignoraba su condición de planeta.

En 1.781, William Herschel, un músico de Hannover (Alemania) era el organista de la corte del rey Jorge III de Inglaterra. Sólo ocho años antes, en 1.773, había adquirido un libro de Astronomía y se había apasionado tanto por esta ciencia, que él mismo se construyó un telescopio refractor de 153 mm. Aquel año, anotó la posición de un punto de luz en la constelación de Géminis, y comprobó que ésta variaba ligeramente noche tras noche: No se trataba de una estrella y descartada la posibilidad de que se tratara de un cometa, y consultados otros astrónomos, Herschel anunció el descubrimiento del nuevo planeta el día 13 de marzo, y propuso llamarlo Georgium Sidus, en honor a su patrón, el Rey. Los astrónomos europeos, y especialmente los alemanes, se opusieron y prefirieron continuar la tradición mitológica. Júpiter es el padre de Marte, y Saturno lo es de Júpiter, así es que lo lógico fue bautizarlo con el nombre del padre de Saturno (Cronos en Grecia), Urano, que además es el dios de los cielos.

El planeta está al doble de la distancia de Saturno, y su diámetro es 4 veces mayor que el de la Tierra. Completa una rotación sobre sí mismo en 17.24 horas terrestres y tarda 84 años en dar la vuelta al Sol, así es que sólo se desplaza unos 4 grados y medio cada año, permaneciendo en cada constelación unos 7 años. Su tamaño aparente desde la Tierra oscila entre los 3.3 y los 4.1 segundos de arco, y tiene una magnitud visual máxima de +5.3, similar a los satélites galileanos de Júpiter. Actualmente transita por la constelación de Piscis, casi en el límite con Acuario, y muy cerquita de Júpiter en nuestra línea visual.

En 1.986, la sonda Voyager 2 llegó hasta Urano, produciéndose su máximo acercamiento el día 24 de enero de aquel año. Gracias a esta misión conocemos hoy muchos aspectos de Urano que antes nos eran extraños. Desde allí, el Sol se observa como una estrella más, aunque más brillante que las demás, pero el planeta resultó decepcionante para los astrónomos: Urano se mostró como una gran bola de color verde azulado, pero no reveló ninguna característica especial. Los datos enviados por el Viajero 2 permitieron, sin embargo, construir un modelo del interior del planeta que consiste en un núcleo central, reducido, compuesto por rocas y hierro, al que rodea un manto que gradualmente se va convirtiendo en atmósfera, pues en los planetas gaseosos no hay una diferenciación clara entre sus capas internas, como sí presentan los planetas rocosos. El interior contiene hielo de metano, así como hidrógeno metálico y cristales de amoniaco y de agua. Las nubes de metano absorben la radiación cercana al infrarrojo, emitiendo la luz esmeralda que caracteriza al astro. La temperatura en la superficie es de -214 ºC y se han registrado fuertes vientos ecuatoriales.

De izquierda a derecha: Puck, Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón, satélites de Urano.

Actualmente conocemos un total de 27 satélites de Urano. Todos ellos presentan cráteres de impacto y muchos tienen superficies heladas, carentes de atmósfera y magnetosfera. Es muy poco probable la existencia de vida en ellos. Los dos mayores, Titania (en la fotografía de la derecha) y Oberón, fueron descubiertos por el mismo William Herschel en 1787. Umbriel (que es usado como pseudónimo por uno de nuestros amigos) que aparece debajo, en la fotografía, eclipsando parcialmente al planeta y Ariel fueron vistos por primera vez en 1.851 y, por fin, Miranda, conocido desde 1.948, es el último descubierto antes de la era espacial. Después la sonda Voyager 2 descubrió 10 más, dos de ellos (Ofelia y Cordelia) pastores del anillo epsilón y el Telescopio Espacial Hubble ha seguido avistando lunas. Todos estos astros son muy difíciles de ver con pequeños telescopios, ya que su brillo no supera en ningún caso la decimotercera magnitud.

A estos satélites de Urano le fueron impuestos nombres de personajes de obras de William Shakespeare (Titania, Oberón, Ariel, Miranda, Ofelia y Cordelia) y de Alexander Pope (Umbriel y Ariel), según propuesta de John Herschel, hijo de William, a petición de su padre; por ejemplo, el Voyager 2 descubrió en 1.986, entre otros, a Julieta (Romeo y Julieta), de 84 km de diámetro y a Desdémona (Otelo), de 54 km. Cupido (Timón de Atenas) tuvo que esperar al año 2003 para ser avistado, y es bastante más pequeño: 12 kilómetros.

A pesar de que William Herschel, a finales del siglo XVIII, ya había sugerido la existencia de estructuras en forma de anillo alrededor de Urano, no fue hasta el año 1.977 cuando realmente se descubrieron. El planeta iba a pasar por delante de una estrella de novena magnitud, y la eclipsaría durante un tiempo, lo que permitiría a los astrónomos estudiar ciertos aspectos de la atmósfera del gigante gaseoso. Pero la estrella empezó a parpadear mucho antes de lo previsto, y no dejó de hacerlo hasta mucho después, por lo que se dedujo la presencia a su alrededor de estos anillos. En 1.986, la sonda Voyager 2 permitió contar hasta once de estas estructuras que orbitan al planeta, y el Telescopio Espacial Hubble, ya en nuestro siglo, aportó otros dos, hasta el total de 13 que conocemos hoy. Son poco brillantes, pues están compuestos por partículas de polvo, aunque no tan pequeñas como las de los anillos de Saturno. El anillo epsilon, que se creía era el más exterior antes de los dos descubiertos por el HST, contiene grandes rocas de hielo de color gris, y se especula con la presencia de rocas de hasta 50 metros de diámetro.

Con posterioridad, se han descubierto asimismo sistemas de anillos en los otros dos planetas gigantes gaseosos del Sistema Solar, Júpiter (en la ilustración) y Neptuno, acabando definitivamente con el enigma que se planteaban los astrónomos, del porqué Saturno era el único astro donde estaban presente estas estructuras.

Mitología

A diferencia del resto de los planetas del Sistema Solar, que ostentan nombres de dioses latinos, Urano es una deidad griega. Padre de Cronos (Saturno) y esposo de Gea, es el dios de los cielos. El mito narra cómo retenía a sus hijos en el vientre de la madre. Cronos, para terminar con esa situación, castró a Urano y arrojó sus genitales al mar. Éstos produjeron una espuma, de la que nació Afrodita. Hesíodo también nos cuenta que Urano y Gea vaticinaron el derrocamiento de Cronos por parte de uno de sus hijos, así es que éste comenzó a devorarlos. Ambos ayudaron a Rea, esposa de Cronos, a ocultar a uno de ellos, Zeus, quien finalmente logró deponer a su padre.

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