Publicado el 3 marzo, 2011 por bitacoradegalileo
Entre la quinta y la sexta noche después del novilunio, el terminador lunar, es decir, la línea que separa el día de la noche en el satélite, ha dejado ya por completo al descubierto Mare Nectaris, y se sitúa sobre el famoso Trío de Ases, compuesto por Theophilus, Cyrillus y Catharina, y al sur de este último cráter nos ofrece el mayor acantilado de la Luna: Rupes Altai.
El vocablo Rupes es una palabra que procede del latín, y que significa roca. De él deriva el adjetivo rupestre. Con este término, en el estudio de la orografía planetaria (me niego a utilizar el término geología fuera de la Tierra), los astrónomos designan las discontinuidades bruscas del terreno, más o menos rectilíneas, que encontramos en los planetas rocosos (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte), además de en la Luna y otros satélites, como Miranda y Titania, que orbitan al planeta Urano. Son notables Rima Discovery (arriba a la derecha),
en Mercurio, una escarpadura de 2.000 metros de desnivel y 350 kilómetros de longitud, que se originó como consecuencia del enfriamiento de la corteza del planeta en la época en que éste se formó, y Rupes Recta (izquierda), una falla tectónica en nuestro propio satélite, conocida como La Espada de la Luna. Ambos accidentes, junto a Rupes Altai, son los
tres más conocidos de esta naturaleza. En la Tierra, fue famosa la legendaria Rupes Nigra, una supuesta gran roca negra situada en una isla que ocupaba el Polo Norte, compuesta por un enorme imán, que sería la responsable del comportamiento de las brújulas, al señalar el Polo Norte magnético desde cualquier lugar. Rupes Nigra aparece incluso en los atlas debidos a Gerardus Mercator y sus sucesores durante los siglos XVI y XVII.
Rupes Altai (24ºS 22ºE) es una formidable formación montañosa, que ha recibido el apelativo de La Muralla de la Luna, y que se extiende a lo largo de más de 400 kilómetros, desde la pared occidental del notable cráter Piccolomini (30ºS 32º E), en dirección noroeste, hasta las cercanías de Catharina (18ºS 24ºE), el más meridional de los tres cráteres integrantes del Trío de Ases.
Causado por el impacto de un meteorito, Piccolomini es un cráter muy notable, tanto por su tamaño, de 87 kilómetros de diámetro, como por su profundidad, pues llega a alcanzar los 4.500 metros en sus paredes más altas. También es destacable su conglomerado de picos centrales, cuyas alturas llegan a superar los 2.000 metros sobre el suelo, y sus terrazas finas y suaves. Es un cráter relativamente joven, pues con seguridad se formó posteriormente a Rupes Altai, y su antigüedad debe cifrarse entre 3.200 y 3.800 millones de años.
Efectivamente, Rupes Altai se originó a consecuencia del tremendo impacto del meteorito que formó la cuenca de Mare Nectaris y su posterior inundación de la lava basáltica que emergió del interior del satélite. La colisión causó violentos movimientos sísmicos (lunamotos) y plegamientos en la corteza, que tuvieron como consecuencia la aparición de un anillo alrededor del mare, del cual Rupes Altai es el último vestigio. El anillo detuvo la expansión de la lava, y ésta es la razón de la diferente fisonomía que ofrecen las dos vertientes de la muralla.
Debió ocurrir hace unos 3.920 millones de años, inaugurando así el llamado Periodo Nectárico, una corta era selenológica de unos 70 millones de años de duración, que se sitúa en una posición intermedia en la escala de tiempo de la Luna.
No hay acuerdo entre los diferentes autores con respecto a la longitud de la muralla, pero todas las fuentes coinciden en concederle una cifra superior a los 400 kilómetros. Algunos incluso van más allá de 500 km. La altura media de sus picos es de 1.500 metros, pero alcanza los 3.000 en algunos puntos, particularmente en la mitad sur, más próxima a Piccolomini, donde proyecta largas sombras sobre el suelo circundante, sobre todo con la luz rasante del anochecer en la Luna menguante del vigésimo día después del novilunio. Más al norte hay una leve interrupción, camino de Catharina, que da la falsa sensación de un desfiladero que comunica ambas vertientes. Prosiguiendo hacia el noroeste, la altitud de la muralla parece disminuir, para morir en las inmediaciones de
Catharina. Éste cráter ya fue estudiado por La bitácora de Galileo en el artículo citado sobre Los Tres Ases. Las dos vertientes, como ya apunté, presentan diferente aspecto. El oriental más bien se asemeja a una playa de finas arenas provenientes de los cráteres cercanos y de los restos de la lava que inundó el cercano Mare Nectaris. Por el contrario, la vertiente occidental aparece más abrupta y accidentada, pues la lava no llegó hasta esa región al ser detenida por las elevaciones de Rupes Altai. Por fin, uno de los rayos de Tycho atraviesa la zona; el material fue ayudado a llegar hasta aquí (unos 1.300 kilómetros de distancia) por la rotación del astro y la baja gravedad.
Epónimo
Rupes Altai toma su nombre de una extensa cordillera de Asia central, los Montes Altai, que se extiende por territorios de Rusia, Mongolia, China y Kazajistan, ofreciendo hermosos paisajes. El macizo es el lugar de nacimiento de numerosos ríos, entre los que cabe citar el Obi y el Yenisei.
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