Publicado el 29 marzo, 2011 por bitacoradegalileo
Arturo (izda.) y Spica (centro) son las dos estrellas principales de la primavera boreal
Oscurece. La noche se acorta y en el crepúsculo vespertino Sirio aparece cada día más baja en el suroeste, pues el cielo del invierno toca a su fin anunciando el imperio de la primavera tras el equinoccio. El Cangrejo se instala en el Sur, ejerciendo de frontera entre las estrellas que se van y las que vienen.
De izquierda a derecha: Sirio, la constelación de Orión, Aldebarán y el cúmulo abierto de Las Pléyades (M45)
Entre las primeras, que satisfechas quieren esconderse bajo el horizonte de poniente, Orión y Tauro, el Auriga y Canis Major y Minor, junto con los Gemelos, parecen decir adiós prometiendo un nuevo encuentro cuando se reanuden las nieves. Rígel y Betelgeuse, la propia Sirio y Procyon, Cástor y Pólux, Aldebarán y las Pléyades se conjuran para el próximo año reanudar la fiesta del invierno boreal. ¡Cuántas emociones han sembrado a su paso!.
Mientras tanto, el cielo del este asiste al nacimiento de las nuevas constelaciones que nos acompañarán durante la primavera: El Zodíaco no descansa, y es el turno de El León, y de La Virgen, pero también de El Boyero, que nos trae a la gigantesca Arturo, la estrella más brillante de todo el Hemisferio Norte, que sólo es superada por el brillo de tres luminarias australes: Sirio, Canopus y Alpha Centauri. También merecerán atención Cor Caroli, la estrella más brillante de Los Perros de Caza y la tenue Cabellera de la Reina Berenice, que alberga a la famosa concentración de galaxias conocida como el Cúmulo de Coma.
Es en esta época, además, cuando la Osa Mayor alcanza su mayor altitud sobre el horizonte del norte. El conocidísimo asterismo de El Carro será una muy útil referencia para la localización de diferentes estrellas, que nos conducirán a la identificación del conjunto de las constelaciones de la estación. Este recurso se verá complementado por otros asterismos que mostraré, y que facilitarán la identificación de las más importantes estrellas de cada constelación.
La estrella más notable de la primavera es Arturo, o Alpha Bootis (en el centro de la imagen; a la derecha está la Osa Mayor). Desde Europa, sólo es superada en brillo por Sirio, ya que ni Canopus ni Alpha Centauri son visibles en estas latitudes. Esta última, incluso, es más tenue que Arturo individualmente considerada, pero la supera en su brillo conjunto al ser una estrella múltiple.
Para la identificación de Arturo, localice en primer lugar a la Osa Mayor (El Carro, la Sartén, el Cazo, el Arado, …), en el norte, y prolongue la imaginaria línea curva que une a las tres estrellas de la cola (Alioth, Mizar y Alkaid), hasta encontrar al punto más brillante del cielo en esa región, pues Sirio ya estará muy alejada y con poca altitud en el suroeste, si es que no ha desaparecido ya bajo el horizonte.
Arturo es un astro magnífico. Su tremenda luminosidad hizo pensar que estaba mucho más cerca de lo que está, pero al saberse que su distancia a nosotros es de 36.7 años-luz (relativamente cercana, pero 8.5 veces más distante que Alpha Centauri y 4 veces más alejada que Sirio) se supo también que tan intenso brillo se debe a razones intrínsecas, pues se trata de una estrella gigante, de color anaranjado, 24.5 veces mayor que el Sol. Es visible hasta latitudes de 50º al sur del ecuador y su magnitud visual es de -0.04. Su nombre deriva del griego Αρκτοῦρος (Arcturus), que significa “el guardián del Oso”, en referencia a su proximidad a la Osa Mayor. Las siete estrellas principales de la Osa eran conocidas como los siete bueyes (septem triones), de donde se deriva septentrión para significar al viento procedente del norte, y la constelación de Boötes es también conocida por su significado en castellano, El Boyero.
Una vez localizada Arturo, prosigamos con más estrellas. Tenga en cuenta que la rotación de la Tierra hará variar la izquierda y derecha según nuestros conceptos, que no son válidos en Astronomía. Así las cosas, continúe en la dirección en que encontró Arturo, para topar con una preciosa estrella: Spica, la más brillante de la Constelación de Virgo.
Spica es Alpha Virginis y su nombre significa la Espiga, siendo también conocida bajo esta denominación. Se trata de una gigante blanco-azulada tipo espectral B1 de magnitud variable, debido a la presencia de una tenue compañera, que hace que su brillo oscile entre +0.95 y +1.06. Se clasifica como la decimoquinta más brillante entre todas las estrellas y se encuentra a una distancia de unos 260 años-luz de nosotros, lo que significa que cuando la luz que ahora llega hasta nosotros salió de la estrella, Charles Messier rondaba los 20 años y moría Juan Sebastián Bach.
Como miembro que es de una constelación zodiacal, se encuentra muy cerca de la eclíptica, por lo que es ocultada frecuentemente por la Luna y los planetas. En la imagen, una bonita conjunción entre la Luna, Venus y Marte forma un triángulo, en el centro. El punto brillante arriba a la derecha del trío es Spica.
Una tercera estrella, Regulus (Alpha Leonis), que es la principal integrante de la Constelación de Leo, completará la cabecera del reparto sobre el escenario celeste de la primavera. Como se indica en el esquema de la izquierda, también se puede localizar partiendo de la constelación de la Osa Mayor. La siguiente imagen muestra a Regulus con Regulus B cerca de ella, a la derecha de su brillante compañera. En la esquina inferior derecha, aparece la galaxia enana Leo I, distante unos 800.000 años-luz de nosotros.
Regulus, el pequeño rey o Régulo, llamada Cor Leonis por Copérnico, es un sistema estelar cuádruple cuya componente principal, Regulus A, es una estrella blanco-azulada, de tipo espectral B7, que se encuentra, como nuestro Sol, en la secuencia principal, lo que significa que aún está en la fase de fusión nuclear de hidrógeno en helio, de donde proviene su energía, pero cuya temperatura superficial es mucho más elevada, unos 12.000 ºK, lo que le hace ser 140 veces más luminosa. Tiene una magnitud visual de +1.35 y está a una distancia de 77 años-luz del Sistema Solar. Su diámetro es cuatro veces superior al del Sol. Tiene una compañera anaranjada, Regulus B, una K1 con magnitud 8.12, que está separada cerca de tres minutos de arco de la estrella principal.
Veamos a estas tres estrellas, Arturo, Spica y Regulus, juntas en una sola carta celeste:
Ahora según se observa desde Buenos Aires, en el Hemisferio Sur:
Obsérvese como en estos días (escribo en la primavera de 2.011), Saturno se integra en el paisaje, pero teniéndolo en cuenta no habrá lugar a confusión. Como Arturo, Spica y Regulus son las tres estrellas más brillantes de esta estación, suele definirse un triángulo cuyos vértices son ellas mismas, llamado Triángulo de Primavera:
Veámoslo ahora en una fotografía real, sobre la estela de la nave Soyuz TMA-17, en la plataforma de lanzamiento del cosmódromo de Baikonur, en Kazajstán, tomada en diciembre de 2.009:
Ahora Saturno está aún más cerca de Spica. He reproducido a la derecha la misma imagen, pero etiquetada con las tres estrellas del Triángulo de Primavera. También he señalado a Saturno. A medio camino entre Arturo y Regulus, hay una importante estrella, Denébola (Beta Leonis):
Denébola (Beta Leonis) está situada en la cola del León, lo que justifica su nombre (del árabe Dhanab, cola, como ocurre con Deneb en el Cisne, o Deneb Algenib en Capricornio). Es una estrella blanca de tipo A3, distante 36 años-luz de la Tierra y con una magnitud de +2.14. Posee también una compañera anaranjada, aunque muy tenue, de magnitud +15.7. Denébola nos va a servir para construir un triángulo alternativo, que resultará prácticamente equilátero y por tanto todavía más fácil de localizar:
Espero que con estas indicaciones usted pueda orientarse e identificar estas estrellas, y con ello a sus respectivas constelaciones, y le sirva para iniciar un estudio más profundo del cielo, o simplemente conformarse con lo que hemos visto. Recapitulemos: Comenzamos localizando el famoso asterismo del Carro, en la Osa Mayor, dirigiendo nuestra mirada hacia el norte; partiendo de la curva que dibujan, de manera imaginaria, las tres estrellas de la cola de la Osa, llegamos a la brillante Arturo, en la constelación del Boyero; continuamos el mismo camino, hasta Spica, en Virgo. Por último, construimos los dos triángulos, con Regulus el mayor, y con Denébola el triángulo equilátero, ambas en la constelación de Leo. Pero… todavía hay más: Una estrella solitaria que queda ahí en el centro, hasta ahora ignorada, rotulada como Cor Caroli, nos va a permitir construir un nuevo asterismo, conocido como El Diamante de Virgo. Atractivo nombre, ¿verdad?; pero conozcamos primero a la estrella:
Si pulsa sobre la imagen, podrá aumentarla hasta que distinga perfectamente dos estrellas. Efectivamente, Cor Caroli es una estrella doble. Recibió su nombre, que significa «El corazón de Carlos», de Edmundo Halley, en honor del rey Carlos II de Inglaterra, bajo cuyo reinado se fundó el Observatorio de Greemwich. Se trata de la principal componente de la constelación de Canes Venatici, los Perros de Caza, o los Lebreles. Por eso recibe la denominación de Bayer de Alpha Canum Venaticorum, o α CVn. La forma de localizarla, también a partir de la Osa Mayor, se
indica en el esquema de la derecha. La componente principal, a la que se denomina α2 Canum Venaticorum, es una estrella blanca de magnitud visual +2.9, situada a 110 años-luz de distancia. A una separación angular de 19» de arco, suficiente para ser resuelta con facilidad, se sitúa una compañera blanco-amarillenta de quinta magnitud que recibe el nombre de α1 Canum Venaticorum. Pues bien, si añadimos Cor Caroli al triángulo formado por Arturo, Spica y Denébola, obtenemos el Diamante de Virgo:
Mi recomendación es que busquen a todas estas estrellas a ojo desnudo, pues ya tendrán tiempo de estudiar con más detalle objetos más tenues, como son las nebulosas, cúmulos y sobre todo galaxias que alberga la región, particularmente los cúmulos de galaxias de Virgo y de Coma Berenices. Pero también el cúmulo globular M3 en Canes Venatici, y el abierto de El Pesebre (M44) en Cáncer, sin olvidar las galaxias de Leo y muchas otras maravillas.
Y nada más. Hasta la próxima entrega, disfruten de cielos despejados y de felices observaciones.
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