Publicado el 24 abril, 2011 por bitacoradegalileo
Situada en la Constelación de Serpens (la Serpiente), a poco más de una docena de grados del ecuador celeste, M16 es un cúmulo abierto compuesto por cientos de estrellas, asociado a la Nebulosa del Águila, donde se ha originado, y de la que continuamente siguen naciendo nuevas estrellas. Es lo que los astrónomos conocen como una región HII. Las formas de la nebulosa parecen dibujar un águila en picado.
Serpens es la única constelación dividida en dos partes de todo el catálogo de la Unión Astronómica Internacional. Por esa razón, algunas personas consideran 89 constelaciones, en vez de las 88 que componen el listado oficial. Así, la Constelación de Ophiuco (el portador de la serpiente) se interpone entre las dos, y la mitad oeste se denomina Serpens Caput (la Cabeza de la Serpiente), conteniendo la estrella más brillante del conjunto, llamada Unukalhai (Alpha Serpentis), una gigante anaranjada de magnitud visual +2.63. Nuestro objeto, en cambio, se localiza en la porción oriental , que recibe el nombre de Serpens Cauda (la Cola de la Serpiente).
La Nebulosa del Águila puede localizarse al norte de Sagitario (la Tetera), cerca de M17, la Nebulosa Omega, sólo 2.5º al norte de ésta última; la proximidad entre ambas nebulosas no es sólo aparente, sino que incluso mantienen fuertes interacciones entre ambas, consistentes en fuertes vientos estelares e influjos gravitacionales. La región está infestada de objetos de cielo profundo y, particularmente, de astros pertenecientes al Catálogo de Charles Messier, pues la Vía Láctea encuentra aquí su zona central, en concreto en la cercana constelación de Sagitario. M16 se localiza en el Brazo de Sagitario-Carina, que es el más próximo al que nos encontramos nosotros, el Brazo de Orión, en dirección al centro galáctico. Se trata de una colosal nube de gas de hidrógeno y polvo interestelar sometida a continuos cambios en su estructura y composición.
La Nebulosa del Águila debe su nombre a que se asemeja, según el parecer de muchas personas, a un águila volando en picado. Mi hija Araceli dice que no se parece; yo, que sí.
Por efecto de la gravedad, las partículas de polvo y el gas se contraen y colapsan sobre sí mismas, produciendo un aumento de la temperatura y mayores concentraciones de masa, que devienen en una presión ascendente con el consiguiente aumento de la temperatura, hasta provocar la ignición y originar una nueva estrella. Así se formaron las estrellas del cúmulo M16 en el seno de la Nebulosa del Águila, y así siguen formándose nuevas estrellas.
Ahora, los fuertes vientos causados por las nuevas estrellas excitan a la nebulosa que las creó, y la hace brillar por la emisión de esa energía que reciben, en forma de luz, convirtiéndose de esa manera en uno de los más hermosos objetos de su clase, una nebulosa difusa brillante. Las estrellas del cúmulo son jovencísimas gigantes azules, muy luminosas.
Las espectaculares imágenes tomadas por el Telescopio Espacial Hubble, publicadas en 1.995, han contribuido a una mucho mejor comprensión de los procesos que se llevan a cabo en el interior de la nebulosa. Estas imágenes, de la impresionante región de Los Pilares de la Creación, se hicieron muy populares gracias a su difusión en películas tales como Contact, de 1.997, series de ciencia ficción como Babylon 5, videojuegos o juegos para ordenador.
El cúmulo (no así la nebulosa), catalogado como M16 (el objeto con ese número en el Catálogo Messier) y también como NGC6611, fue descubierto por Jean-Philippe de Cheseaux en 1.746. El astrofísico suizo (nacido en Lausana) sólo observó la zona central, y cita un cúmulo de estrellas entre las constelaciones de la Serpiente, Sagitario y Antínoo. Es ésta una antigua constelación que se situaba al sur de la constelación del Águila. Cheseaux, en cambio, no parece haber observado la nebulosa, pues no nos informa sobre ella.
Charles Messier sí distinguió la nebulosa, en su redescubrimiento del 3 de junio de 1.764, según anotó en la primera edición de su famoso catálogo que reproduzco a continuación:
«Amas de petites étoiles, mêlé d’une foible lùmiere, près de la queue du Serpent, à peu de distance du parallèle de ζ de cette constellation; avec une foible lunette ces amas paroît sous la forme d’une nébuleuse.» | «Cúmulo de estrellas pequeñas, mezcladas con una tenue luz cerca de la cola de la Serpiente, a poca distancia del paralelo de ζ de esta constelación; con un telescopio pequeño este cúmulo aparece bajo la forma de una nebulosa.» |
Como hemos leído, Charles Messier pudo identificar por vez primera a la nebulosidad asociada al cúmulo M16. Anotó también (a la izquierda de su diario) las coordenadas en Ascensión Recta y Declinación del objeto, así como su tamaño aparente, estimándolo en 8 minutos de arco.
Curiosamente, la nebulosa no fue advertida por William y Carolina Herschel al observar el cúmulo, a pesar de que el músico de Hannover es autor del descubrimiento de más de 2.500 objetos de cielo profundo, además del planeta Urano. Esto hizo que la nebulosa no figure en el catálogo NGC. Sí se refiere a ella su hijo, John Herschel, que habla de una nebulosa que contiene a un centenar de estrellas. Finalmente, la Nebulosa del Águila fue catalogada en el IC II de 1.908 como IC4703.
La distancia a la que se encuentra no es una discusión cerrada. Aunque la mayoría de las fuentes coinciden en aceptar 7.000 años-luz, hay opiniones contrarias que cifran nuestra separación de la nebulosa en menos de 6.000 años-luz. El diámetro angular del cúmulo, de 7 minutos de arco, corresponde a un diámetro real de 15 años-luz. La nebulosa se extiende mucho más, hasta medio grado (equivalente a la Luna llena), que se traduce en unas dimensiones de unos 70 años-luz de diámetro.
Como la declinación de M16 es de -13.5º, es observable prácticamente desde toda la Tierra, exceptuando latitudes árticas donde no vive casi nadie. Los mejores meses para su observación son los centrales del año, pero ya desde marzo aparece en la madrugada. La magnitud visual del objeto es de +6.4. No se puede ver, por tanto, sin ayuda óptica. Sea cual sea el instrumento empleado, se necesita una apertura mínima de 2 pulgadas (50 mm) para poder observar algo. En prismáticos, con 10×50 se advierte un pequeño grupo de estrellas, no sin dificultades. Los telescopios entre 120 y 150 mm pueden ya advertir una ligera nubosidad que envuelve al cúmulo. Para obtener detalles suficientes de los Pilares de la Creación, son necesarios instrumentos de al menos 12 pulgadas (300 mm de apertura). La astrofotografía revelará siempre detalles mucho más precisos.
La evolución de la fotografía astronómica y la actividad de los observatorios en órbita, particularmente de las imágenes tomadas por el Hubble en 1.995, y las obtenidas con posterioridad, nos han permitido ver a la Nebulosa del Águila como una ventana abierta, mostrándonos asombrosas estructuras en su interior.
Entre estas notables formaciones destacan, además del cúmulo M16, las columnas oscuras llamadas Pilares de la Creación, y la Espira o Columna V. La siguiente fotografía muestra la posición de cada una de ellas dentro de la nebulosa.
En la que sigue, pueden compararse el aspecto que ofrecen en la luz visible del Hubble, y en el infrarrojo de otro observatorio en órbita: El Telescopio Espacial Spitzer:
Una de las fotografías tomadas por el Hubble, con la firma de Jeff Hester y Paul Scowen, dio la vuelta al mundo, y se convirtió en la imagen del cielo más difundida entre la población:
Muestra una extensa zona, en forma de columnas, donde están formándose estrellas. Ello justifica su nombre de Los Pilares de la Creación. La concentración de gas hidrógeno y polvo en la región ha funcionado como una incubadora de nuevas estrellas, al amparo de la energía que les proporciona su propia fuerza de atracción gravitatoria.
La combinación de esta imagen con las ofrecidas por el Telescopio Espacial de Rayos-X Chandra, en cambio, muestra que las fuentes de emisión de rayos X no coincide con la situación de las columnas, sino con otros puntos de la región, distribuidos al azar. Este hecho sugiere que la formación estelar ha terminado. Pero otros puntos de los Pilares de la Creación muestran Glóbulos Gaseosos de Evaporación (EGGs por sus siglas en inglés), donde dentro de algún tiempo volverá a evidenciarse la producción de nuevas estrellas. Consisten estas eyecciones en elementos químicos menos pesados expulsados violentamente por la intensa radiación del lugar. En la zona, se han encontrado 73 EGGs, y al menos 11 de ellos contienen objetos estelares en formación.
El pilar más largo mide unos 7 años-luz, distancia comparable a la que nos separa de Sirio (Alpha Canis Majoris), que es de unos 8.6 años-luz, y mucho mayor de la que hay entre nosotros y Alpha Centauri (4.3 años-luz, aproximadamente) y en el extremo de todos ellos se producen concentraciones de masa que aumentan la presión y forman las protoestrellas.
En cambio, las últimas noticias no son nada tranquilizadoras. Datos proporcionados por el Telescopio Spitzer hacen sospechar que la explosión de una supernova acabó con los Pilares de la Creación hace unos 6.000 años. Pero en el peor de los casos, aún nos quedarán otros mil años para disfrutar de tan hermosa visión, y en su lugar dejará un magnífico cúmulo estelar de estrellas jóvenes, brillantes, muy masivas, y muy azules.
Al sureste de los Pilares de la Creación, aparece otra columna de material oscuro, muy alargada, conocida como La Espira, y también como Columna V. En el extremo superior, esta estructura presenta un ensanchamiento en forma de capullo donde se localiza una importante fuente de emisión radiactiva, altamente ionizada. Muy cerca, un objeto estelar hace pensar que el conjunto forma también una región HII de formación de estrellas. Como se ve, toda la Nebulosa del Águila es un espectacular ejemplo de evolución en el Universo, contrariamente a la inmutabilidad que se le atribuyó en tiempos pasados.
M16 es el cúmulo asociado a la nebulosa. Contiene unas 460 estrellas, todas ellas extremadamente jóvenes, pues se ha estimado la edad del conjunto en unos 4 millones de años, menos de la milésima parte de la edad de nuestro Sol, e incluso algunas estimaciones reducen esta cifra a la mitad. Las estrellas se formaron en la nebulosa, consecuencia de la ferviente actividad que hemos tenido ocasión de estudiar a lo largo del artículo, y ahora son ellas las que con sus fuertes vientos ionizan el material circundante, haciendo brillar a la nebulosa. Las más brillantes son gigantes azules, de tipo espectral O y B, muy masivas, hasta 80 veces más que el Sol, y llegan a alcanzar la octava magnitud, por lo que pueden
ser vistas con binoculares en buenas condiciones de observación. La estrella más brillante tiene magnitud visual de +8.24. La mayoría de sus componentes, en cambio, son estrellas de la secuencia principal, con poco más del doble de la masa de nuestro Sol. Existen también, como puede deducirse fácilmente, muchas estrellas que todavía están formándose, como evidencia la imagen de rayos X del Telescopio Espacial Chandra.
En fin, esto es todo. Aunque he intentado traerles lo más notable de esta fabulosa región del cielo, soy consciente de que me he dejado muchas cosas en el tintero. Es inevitable, pues hablar de M16, el Águila y los Pilares, es empezar y no acabar. Muchas gracias por su atención, y les deseo cielos despejados y una feliz observación.
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