Publicado el 17 mayo, 2011 por bitacoradegalileo
Doce largos años a la increíble velocidad, para un ingenio creado por el hombre, de 14.8 kilómetros por segundo, necesitó la sonda espacial Voyager 2 para salvar los 4.500 millones de kilómetros que separan a la Tierra del lejano Neptuno, último de los planetas del Sistema Solar, convirtiéndose así en la primera y hasta el momento única nave que ha visitado el planeta. El Dios de los Mares, trasladado a los cielos, dista del Sol 30 veces más que la Tierra, es decir, 30 Unidades Astronómicas. Como la luz del Sol tarda en llegarnos 8 minutos a nosotros, resultará que a Neptuno la distancia es de
8 x 30 = 240 minutos
o, lo que es lo mismo, 4 horas-luz, y ése precisamente es el tiempo que tardaron en llegarnos los datos y las imágenes que nos transmitió la Voyager 2.
Con el descubrimiento de Plutón en 1.930, éste pasó a ser el último de los planetas, hasta que la Unión Astronómica Internacional privó a Plutón de la consideración de planeta en su Asamblea General celebrada en Praga en 2.006, y entonces Neptuno recuperó su condición de ser el más alejado de este tipo de astros en lo que a nuestro sistema planetario se refiere. Pero incluso en el periodo comprendido entre 1.979 y 1.999, Plutón irrumpió en la órbita de Neptuno, que en esa veintena de años, también fue el más distante.
Los ocho planetas del Sistema Solar se dividen en dos grupos, separados por el Cinturón de asteroides entre las órbitas de Marte y Júpiter. Los cuatro más cercanos al Sol, llamados planetas interiores, rocosos, telúricos o terrestres (en referencia a la Tierra), son Mercurio, Venus, la propia Tierra y Marte, y un segundo grupo, formado por los llamados planetas exteriores, gigantes gaseosos o jovianos (de Júpiter), entre los que se encuentra Neptuno, junto con el mismo Júpiter, que es el mayor de todos, Saturno y Urano.
Neptuno es el cuarto de mayor tamaño entre todos los planetas de nuestro Sistema Solar, superado por los otros tres grandes planetas gigantes gaseosos, pero con un diámetro casi 4 veces mayor que el de la Tierra, que es el planeta que, a distancia, le sigue en tamaño. Su diámetro ecuatorial es de 49.427 kilómetros (Tierra = 12.756 km).
Descubrimiento
El descubrimiento de Neptuno fue el primero basado en cálculos matemáticos. En cambio, antes de ser identificado como un planeta, ya había sido avistado en los mismos albores de la Astronomía moderna. En efecto, Galileo Galilei tuvo que verlo en sus observaciones de Júpiter durante los años 1.612 y 1.613, pues en esos momentos ambos planetas estaban en conjunción. El pisano, sin embargo, no se apercibió de la naturaleza del astro y lo anotó como una estrella, quizás por la limitación de sus instrumentos, o llevado por el entusiasmo que le
provocaría el descubrimiento de los cuatro satélites galileanos, que él llamo planetas mediceos.
Fue el estudio de la órbita de Urano, que había sido descubierto por William Herschel en 1.781, lo que alertó a los astrónomos y matemáticos. El planeta no obedecía las previsiones de la Ley de Gravitación Universal de Isaac Newton, ni tampoco las Leyes de Kepler. Todas esas leyes físicas estaban equivocadas, o algo ocurría más allá. Así las cosas, el astrónomo frances Urbain Joseph Le Verrier y el matemático y astrónomo inglés John Couch Adams, trabajando de forma totalmente independiente, calcularon la posición de un supuesto planeta situado más allá, y que sería el responsable de las perturbaciones en la órbita de Urano, por su influjo gravitacional. Los trabajos de los dos investigadores fueron ignorados por la Astronomía oficial de sus respectivos países, así es que Le Verrier remitió sus resultados al astrónomo alemán Johann Gottfried Galle, quien desde el
Observatorio de Berlín no tuvo mayor dificultad en encontrar al nuevo planeta el 23 de Septiembre de 1.846, justamente el primer día en el que se puso manos a la obra, a sólo 1º de distancia de la posición prevista por Le Verrier. Tritón, el mayor satélite del nuevo astro, fue descubierto solamente diecisiete días más tarde. Naturalmente, en la actualidad ambos países, Francia y Gran Bretaña, se disputan el mérito del descubrimiento de Neptuno para sus respectivos científicos. En mi opinión, no hay que olvidar a Le Verrier ni a Adams, como tampoco al alemán Galle a la hora de adjudicar la autoría de esta importante aportación.
Estructura y composición
El centro del planeta es un núcleo en estado sólido compuesto por hierro, níquel y silicatos, entre otros materiales rocosos, con un tamaño mayor que el de la Tierra (7.500 km de radio), a temperaturas superiores a la fotosfera solar (entre 6.500 y 7.000 ºK).
Esto hace que el astro irradie más energía de la que recibe del Sol. No están claras las causas que provocan este calor, y se especula con la posibilidad de que Neptuno aún esté contrayéndose, sin haber acabado el proceso de su formación, de donde procedería esta energía, e incluso con la desintegración de algunos de los materiales del núcleo. A éste lo rodea un manto compuesto por agua, amoníaco y hielo de metano, a una temperatura superior a los 2.000 ºK. A esta mezcla, los astrónomos la llaman hielo a pesar de estar a temperaturas tan elevadas y en estado líquido.
La atmósfera, compuesta mayoritariamente por hidrógeno, helio y gas metano, está a la misma temperatura que la de Urano, a pesar de encontrarse 1.500 millones de kilómetros más alejado del Sol. En las capas altas, las trazas de metano forman nubes, a la manera de los cirros de la Tierra, y son las responsables del característico color azul que presenta Neptuno.
Este excedente de energía parece ser el responsable de la formación en las capas altas de verdaderos ciclones, en forma de diversas manchas en la superficie, en cuyas proximidades se han medido vientos huracanados de hasta 2.000 kilómetros por hora, los más violentos de todo el Sistema Solar. La Gran Mancha Oscura, similar a la Gran Mancha Roja de Júpiter, tenía el tamaño de la Tierra, aunque desapareció en 1.994 y se han formado otras nuevas. En esta zona, el porcentaje de hidrógeno alcanza hasta el 80%.
Sistema de anillos
Desde el mismo descubrimiento de Neptuno, diversas observaciones habían informado de la existencia de un sistema de anillos, similar al de los otros tres grandes planetas gaseosos del Sistema Solar, aunque sin una confirmación definitiva. Estas pesquisas se basaron muchas veces en ocultaciones de estrellas, que dejaban de brillar mucho antes de alcanzar el limbo del planeta. El espaldarazo definitivo a la existencia de estas estructuras lo asestó la visita de la sonda Voyager 2, en 1989. Los anillos, hasta un total de cinco, son estrechos y tenues, y están compuestos por partículas de polvo provenientes de los satélites que pastorean la zona, que han sufrido el impacto de pequeños meteoritos, y así se ha desprendido ese material que ahora los forma. Tres de los anillos reciben el nombre de los descubridores del planeta, Adams, Le Verrier y Galle.
Satélites naturales
Hasta un total de trece satélites naturales de Neptuno conocemos hasta el momento, aunque la mayoría de ellos son pedruscos de formas irregulares con apenas unas pocas docenas de kilómetros de diámetro. De ellos, sólo dos, Tritón y Nereida (radio = 340 km), fueron descubiertos antes de la llegada de la sonda de la Agencia Espacial estadounidense Voyager 2. Ésta aportó el avistamiento de otros seis satélites, en 1.989, a los que se llamó Náyade (29 km), Thalassa (40 km), Despina (74 km), Galatea (79 km), Larisa (104 x 89 km) y Proteo (200 km).
Es Tritón, con sus 3.200 kilómetros de diámetro, el más notable y luminoso de todos ellos, aunque su brillo, de decimotercera magnitud (Mv = +13.6), sólo es accesible desde la Tierra para telescopios de cierta potencia. Con un tamaño casi equivalente al de nuestra Luna, fue descubierto por William Lassell sólo diecisiete días después de que Galle avistara a Neptuno, y su nombre es el de uno de los hijos del Dios del Mar. De ambos dioses, padre e hijo, hablaremos en su lugar. Tritón es un astro muy interesante, dada su singularidad, pues es el único satélite natural importante de todo nuestro Sistema planetario con un movimiento retrógrado, es decir, que gira en dirección contraria al de rotación de su planeta.
La otra razón por la que he afirmado su singularidad es que se trata del astro en el que se han registrado las temperaturas más frías de todo el Sistema Solar: 235 ºC bajo cero, así es que probablemente se componga de una buena parte de hielo, y el resto materiales rocosos. A pesar de ello, tiene una tenue atmósfera compuesta por nitrógeno y algo de metano, e incluso manifiesta una ligera neblina.
Hay en la superficie de Tritón una notable actividad de géiseres, que arrojan al exterior un material desconocido proveniente del subsuelo. Aparecen también surcos, grietas e incluso algunos cráteres, tanto volcánicos como de impacto.
Observación amateur
Neptuno tarda 164.8 años en dar una vuelta completa alrededor del Sol, así es que permanece algo más de 14 años en cada una de las constelaciones del Zodíaco, desplazándose sólo un par de grados por cada año terrestre; es decir, tardaría tres meses en atravesar en su totalidad el disco de la Luna si ésta estuviera fija en el cielo, como lo están, prácticamente, las estrellas. Es bueno saber, por tanto, que en estos momentos el planeta transita por Acuario, donde acaba de ingresar procedente de Capricornio, y allí es donde hemos de buscarlo en los próximos años.
Actualmente, el planeta presenta una magnitud visual de +7.9, y no llega a brillar mucho más, hasta alcanzar un máximo de +7.78, esto es, resulta imposible verlo a ojo desnudo. Sí es posible divisarlo con ayuda de binoculares, pero la tarea de distinguirlo de las estrellas que lo circunden será demasiado ardua, pues sólo lograremos ver un punto brillante que ocupará en el cielo un arco máximo de 2.4». Por eso se necesitan cartas celestes para su localización, efemérides del planeta o la asistencia de algún programa informático. Stellarium y Cartes de Ciel son dos buenas herramientas, y me he servido de ambas para confeccionar las cartas que aquí les presento.
En la siguiente página figuran todos los datos que se necesitan para localizar a Neptuno con ayuda de círculos graduados:
http://www.surastronomico.com/neptuno
Para lograr ubicar al planeta, tendremos que utilizar bajos aumentos, o sea, oculares de distancia focal más larga, para obtener una mayor amplitud de campo. Una vez localizado, y aplicando entonces la mayor potencia de nuestro telescopio, llegaremos a divisar un pequeño disco de color azul verdoso, pero hemos de olvidarnos de poder ver al sistema de anillos ni a ninguno de los satélites, que resultan demasiado tenues, a excepción hecha de Tritón, que sí se podrá ver en telescopios a partir de 8 pulgadas (200 mm de abertura).
Mitología
Depuesto Saturno y confinado en el Tártaro, sus tres hijos, Júpiter, Neptuno y Plutón, se reparten el dominio del mundo, correspondiendo a Neptuno el gobierno de los mares, y el señorío sobre las tempestades y los terremotos. Se trata de un Dios Olímpico, que en la antigua Grecia equivale a Poseidón. Éste se enamoró de la ninfa Anfítrite, hija de Nereo, es decir, una de las cincuenta Nereidas. Anfítrite en principio rechazó la propuesta matrimonial de Poseidón, pero éste envió al Delfín, quien fue tan insistente que resultó persuasivo y consiguió el sí de la ninfa. En agradecimiento, Poseidón concedió al Delfín un lugar en los cielos (Constelación de Delphinus). Ambos, Poseidón y Anfítrite, engendraron a Tritón, que es el nombre que se dio al primer satélite que se descubrió en órbita del planeta Neptuno.
Poseidón se representa con un tridente, montado en un carro tirado por caballos o por hipocampos, y es un dios con mal genio al que no conviene enojar. Que le pregunten si no a Casiopea, esposa de Cepheo y madre de Andrómeda, que ofendió a las Nereidas al pretender ser más bella que las hijas del sabio Nereo. Anfítrite, que como ya he dicho era una de ellas, pidió a su esposo Poseidón su intervención, y éste envió a Cetus, la ballena, para provocar inundaciones en el reino de Casiopea y Cepheo.
Para terminar, una curiosa coincidencia: Próximamente (a mediados de julio) se cumplen 164.8 años desde el descubrimiento de Neptuno, un año neptuniano, así es que desde entonces el planeta sólo ha completado una vuelta alrededor del Sol, y está en el mismo lugar del cielo donde lo encontró Johann Gottfried Galle.
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