Anotaciones de observación astronómica elemental

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El cúmulo de la Percha (Collinder 399)

Publicado el 2 junio, 2011 por bitacoradegalileo

En la pequeña y semidesconocida Constelación de Vulpecula (La Zorra) nos encontramos con una de las formaciones estelares más curiosas de todo el cielo nocturno, catalogada como Collinder 399, aunque es más conocida como La Percha, y que también recibe las denominaciones de Cúmulo de Brocchi y de Cúmulo de Al Sufí. Veremos como no siempre los astrónomos estuvieron de acuerdo sobre la naturaleza y el status que debe corresponder a este grupo de estrellas, pues no se trata de un cúmulo sino de un asterismo, es decir, una proyección fortuita que aparenta constituir un grupo de estrellas muy próximas y ligadas gravitacionalmente entre ellas, pero que en realidad distan mucho las unas de las otras, y sólo coinciden en nuestra línea visual. Desde cualquier otro punto del espacio, las veríamos separadas y sin ninguna relación.

El cielo está jalonado de múltiples casos en los que esto ocurre. Uno de los más llamativos se da entre Aldebarán y las Hyades. En efecto, la estrella se encuentra a medio camino, entre nosotros y el cúmulo, pero se interpone en nuestra visión, y da la impresión de ser un miembro más del grupo. Otro tanto ocurre con las estrellas dobles ópticas, o falsas binarias, que no tienen ninguna relación, encontrándose una mucho más alejada que la otra, y sin embargo parecen vecinas desde nuestra perspectiva. Sidus Ludoviciana, una estrella de octava magnitud entre Mizar y Alcor, es un buen ejemplo, pues aparenta formar un sistema triple con las otras dos, y sin embargo, se sitúa cinco veces más allá. Desde un supuesto planeta en órbita alrededor de esta estrella, veríamos al Sol interpuesto entre Mizar y Alcor, apareciendo como una falsa estrella triple. Esto mismo ocurre con las estrellas de Collinder 399.

Vulpecula, donde se sitúa nuestro asterismo, es una tenue constelación boreal, atravesada de lleno por la Vía Láctea pues está muy próxima al ecuador galáctico, y que por eso aparece rica en campos estelares, aunque exenta de estrellas brillantes. El miembro más destacado es Alpha Vulpeculae, una gigante roja conocida como Anser, en referencia al antiguo nombre de la constelación, Vulpecula cum Ansere (La zorra con el ánsar), y cuya magnitud no excede de +4.44. Se comprende así que ninguna de sus estrellas sea objeto de una atención especial por parte de los aficionados. Sí lo es, en cambio, M27, una nebulosa planetaria, la primera de esta clase en ser descubierta, conocida como Nebulosa Dumbbell,que es el único objeto del Catálogo Messier en La Zorra. Este objeto, junto a Collinder 399, es el más famoso en esta tímida constelación.

Fue el astrónomo persa Abd Al-Rahman Al Sufí quien, en su Libro de las Estrellas Fijas, publicado en el año 964 de nuestra era, nos ofrece la primera noticia sobre este bonito asterismo, aunque él lo anota como una pequeña mancha nubosa, razón por la que también se conoce a Collinder 399 como Nebulosa de Al Sufí. Fue posteriormente redescubierto en 1.654 por Giovan Battista Hodierna, alumno de la escuela galileana, aunque luego el objeto fue ignorado por Messier, los Herschel y el catálogo NGC, hasta que el astrónomo aficionado Dalmero Francis Brocchi, en la década de 1.920, hizo un mapa del entonces pretendido cúmulo, con el objeto de calibrar los fotómetros de la Asociación Americana de Observadores de Estrellas Variables (AAVSO). Desde entonces, al asterismo se le conoce con el nombre oficioso de Cúmulo de Brocchi. En 1.931, Per Collinder, astrónomo sueco, lo incluyó en su catálogo de 471 cúmulos abiertos, con el número 399, y ése es su nombre oficial, Collinder 399, abreviado Cr 399.

A pesar de su inclusión en este catálogo, compuesto por cúmulos abiertos, ha existido cierta controversia con respecto a la verdadera naturaleza de La Percha, pues hubo quien pensó que se trata de estrellas con un origen común, que se formaron al mismo tiempo y que están unidas por fuerzas gravitatorias, es decir, formando un verdadero cúmulo, y sin embargo, otros han defendido que se trata de una alineación fortuita, o sea, un asterismo cuyos componentes están realmente muy separados y no tienen relación alguna entre ellos. En 1.970 se observó que seis de las estrellas más brillantes podrían tener un movimiento propio común, por lo que deberían estar asociadas. Además, a finales de los ochenta Pavlovskaya y Filipova encontraron un movimiento común entre Cr 399 y otros cúmulos estelares, las Pléyades entre ellos, resultando que el Cúmulo de Brocchi parecía aproximarse a nosotros a una velocidad de 18 km/sg.

Pero las mediciones posteriores del satélite Hipparcos, de la Agencia Espacial Europea, analizando los ángulos de posición de las estrellas del grupo en distintos momentos de la órbita de la Tierra (el eje de la órbita es de unos 300 millones de kilómetros), técnica conocida como paralaje estelar*, mostraron significativas variaciones demostrando así que se encuentran a distancias muy diversas. Hoy sabemos que su distancia a nosotros varía entre unos 200 años-luz la más próxima y cerca de 1.000 años-luz la más lejana.

* La ilustración de la izquierda servirá para aclarar este concepto. En ella, aunque el árbol y las montañas están inmóviles, al cambiar la posición del observador, también varía la posición relativa del primero, más cercano, con respecto a las segundas, mucho más alejadas. Ahora, suponga que el árbol es una estrella relativamente próxima a nosotros, las montañas son el fondo de estrellas alejadas, y las dos personas son las dos posiciones de la Tierra, con la máxima separación posible entre los dos puntos más alejados de su órbita. En esto consiste la técnica del paralaje, y es muy útil para determinar la distancia de las estrellas más cercanas, pues cuando más lejos esté la estrella (nuestro árbol), menor será su paralaje o desplazamiento aparente contra el fondo de estrellas lejanas (las montañas).

Como quiera que Collinder 399 tiene una declinación de 20ºN, relativamente cercano al ecuador celeste, es visible casi desde todo el orbe, si bien desde las localidades más australes del cono sur americano, se observará cada vez más baja sobre el horizonte del norte. Aún así, repare en la carta de arriba, donde se aprecia a una altitud considerable de 29º sobre el suelo, en la localidad argentina de San Carlos de Bariloche (41ºS), a unos 1.500 kilómetros al sur de Buenos Aires. El Triángulo de Verano (compuesto por Vega, Deneb y Altair) aún se puede divisar completo desde esta ciudad.

Naturalmente, y como se aprecia en esta captura de Stellarium, centrada en la ciudad de Cádiz, en el Hemisferio Norte no hay ningún problema para divisarlo desde el mes de junio, aunque de madrugada puede observarse desde mucho antes, apareciendo junto con el Triángulo de Verano sobre el horizonte del este.

Para localizar a este curioso asterismo se recomienda, usualmente, trazar una línea imaginaria que una a las brillantísimas estrellas Altair (Alpha Aquilae) con Vega (Alpha Lyrae), y a una tercera parte de la distancia entre ambas, se podrá encontrar sin dificultad.

En cambio, yo prefiero otro método. La única razón es que siempre procuro simplificar la búsqueda eliminando uno de los ejes de la montura, así es que parto de Albireo (Alpha Cygni), cuya ascensión recta es muy aproximada a la del cúmulo, y además en el camino encontraré a Anser (Alpha Vulpeculae).

En efecto, y según puede observarse en las dos cartas de arriba, confeccionadas con ayuda de Cartes du Ciel, Anser se encuentra a sólo 3º al sur de Albireo y, al llegar a esa estrella, corrigiendo levemente la posición hacia derecha o izquierda (depende del diseño de su telescopio), se continúa otros 5º más, hasta darse en las narices con el mismísimo Collinder 399. Sólo son necesarios pequeñísimos ajustes en el eje de Ascensión Recta.

En condiciones ideales de observación, Collinder 399 puede verse sin ayuda óptica, pues nos ofrece una magnitud visual integrada de +3.6, y se percibirá como una pequeña mancha nubosa entre las constelaciones de Vulpecula y Sagitta. Bien entendido que ha de ser desde un lugar totalmente oscuro, y en ausencia de brumas, vientos o perturbaciones en la atmósfera. Eso justamente es lo que vio Al-Sufí.

Con unos simples prismáticos podrá verse totalmente resuelto, con las diez estrellas más brillantes formando la percha, sobre un fondo de otra quincena de estrellas más débiles. Los residentes del Hemisferio Norte verán la percha invertida, esto es, con el gancho hacia abajo. El asterismo ocupará un arco de un grado, bastante mayor que la Luna llena, y aún podrá discernirse con la presencia de ésta.

La forma de la percha la constituyen un total de 10 coloridas y llamativas estrellas, 6 de ellas perfectamente alineadas de este a oeste complementadas por otras cuatro, en dirección sur, que conforman el gancho.

Las seis estrellas del soporte son de sexta y séptima magnitud, todas ellas blancas o blanco-azuladas, exceptuando la más occidental, que es la más tenue, de color anaranjado. En el extremo opuesto, el oriental, hay un pequeño cúmulo abierto, con unas 50 estrellas de 13ª magnitud, catalogado como NGC 6802.

Las cuatro estrellas que forman el gancho son las más brillantes, y entre ellas encontramos a una gigante anaranjada de magnitud +5.14, que es la más notable del asterismo, acompañada por otra gigante, esta vez roja, también de 5ª magnitud y dos estrellas blancas de quinta y séptima magnitud.

Una última recomendación se refiere a los aumentos a emplear. Con un telescopio, utilice focales largas que le proporcionen el campo de visión aparente suficiente para no perder parte de la estructura de este precioso asterismo. Que tengan cielos despejados y una feliz observación.

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