Anotaciones de observación astronómica elemental

Siempre te recordaremos

 

Orión, la Catedral del Cielo

Publicado el 7 febrero, 2010 por bitacoradegalileo

Orión es, sin duda, la más famosa constelación del cielo del invierno boreal, y una de las más conocidas entre las 88 reconocidas actualmente por la IAU (Unión Astronómica Internacional). Sus estrellas brillantes y visibles desde ambos hemisferios hacen que esta constelación sea reconocida universalmente y en mi opinión es la más fascinante. Ha sido llamada «La Catedral del Cielo«, denominación que suscribo con entusiasmo.

Está situada justo en medio del ecuador celeste, y es utilizada como referencia para otras, como se verá. Orión se parece mucho a una persona. Primeramente, se debe tratar de localizar el cinturón de Orión, el cual está formado por tres estrellas brillantes que están en línea recta (Alnitak, Alnilam y Mintaka, de izquierda a derecha). Una de sus piernas está representada por una estrella muy brillante llamada Rígel, que es una de las estrellas más brillantes del cielo nocturno. La otra pierna se corresponde con la estrella Saiph. Sus dos hombros los forman las estrellas Bellatrix y Betelgeuse. Esta última es tan luminosa que se puede ver su color rojizo sin necesidad de ayuda de telescopios ni binoculares, simplemente a ojo desnudo. Una estrella más tenue, Meissa, se corresponde con la cabeza. Todo el conjunto se identifica con el mito del gigante Orión, el cazador.
Las otras estrellas con nombre propio de la constelación son Tabit (en el escudo), y Hatysa (en la espada), llamada también Nair Al Saiph.

PRINCIPALES ESTRELLAS

Las estrellas más brillantes de la constelación son Rígel, Betelgeuse, Bellatrix, Alnilam, Alnitak, Saiph, Mintaka y Hatysa, por este orden. Estas estrellas están a diferentes distancias de nosotros, y su forma en el Espacio es sólo una proyección plana, que desde otro punto de vista aparecería totalmente diferente, dando al traste con todos los ríos de tinta que se vertieron sobre la forma de la constelación.

Nos detendremos brevemente en cada una de estas luminarias:

Rígel es la estrella Beta Orionis. Aunque su denominación de Bayer «Beta» debería corresponder a la segunda estrella más brillante de la constelación, su magnitud aparente de +0.18 la sitúa de hecho como la más brillante de la misma, por delante de Betelgeuse (Alpha Orionis), siendo la quinta más brillante de todo el cielo nocturno. Según estimaciones del satélite Hiparcos, su distancia al Sol es de unos 860 años-luz. Se trata de un sistema estelar triple cuya componente principal es una supergigante blanco-azulada con una temperatura superficial de 11.500 ºK. Brilla con una luminosidad en el espectro visible 50.000 veces superior a la del Sol y de 85.000 soles en medición bolométrica. Su radio equivale al de 84 veces el de nuestra estrella, por lo que si estuviese en el lugar del Sol, se extendería hasta la órbita de Mercurio.

Betelgeuse, también llamada Alpha Orionis, es una preciosa estrella roja, la novena más brillante en el cielo, grande y luminosa, pues se trata de una supergigante roja. El color característico de esta estrella proviene de las bajas temperaturas de su superficie, unos 3.000 ºK. Es una estrella variable, y en su tamaño máximo se extendería hasta más allá de la órbita de Marte. Es unas 800 veces mayor que el Sol. Se encuentra a unos 650 años-luz del Sistema Solar y su magnitud visual oscila entre +0.5 y +1.3.

Bellatrix (Gamma Orionis) es la tercera estrella más brillante de la constelación, con magnitud aparente +1.64. El nombre de Bellatrix, la Estrella Amazona, proviene del latín y significa «la guerrera». Es una gigante azul con una temperatura superficial de 21.500 ºK, una de las estrellas más calientes que se pueden ver a simple vista. Es 6.400 veces más luminosa que nuestro Sol, y 5.7 veces mayor que éste. Se encuentra a unos 250 años-luz de nosotros.

Alnilam (Epsilon Orionis) es, con magnitud aparente +1.7, la cuarta estrella más brillante de Orión. Se trata de la estrella central del Cinturón, y la más brillante de las tres, aún siendo la más lejana, unos 1.340 años-luz de distancia. Es una supergigante azul, cuya luminosidad es extraordinaria, equivalente a unas 375.000 veces la luminosidad del Sol. Alnilam es muy caliente, unos 25.000 ºK y su diámetro es 31 veces el del Sol.

Alnitak (Zeta Orionis) es un sistema estelar triple que también forma parte del Cinturón de Orión. La componente principal es una supergigante azul de magnitud aparente +1.89, situada a unos 800 años-luz de la Tierra. Es muy caliente, unos 31.000 ºK, y su masa se estima en unas 20 masas solares.

Saiph (Kappa Orionis) es la sexta más brillante. Tiene una magnitud de +2.06 y se encuentra a unos 720 años-luz. Con una temperatura superficial de 26.000 ºK, se trata de una supergigante azul con un radio 11 veces mayor que el radio solar.

Mintaka (Delta Orionis) es la tercera de las estrellas del Cinturón, y la más tenue de ellas, con una magnitud conjunta de +2.23, pues se trata de una estrella múltiple compleja. Es una estrella azul que está a 915 años-luz y tiene una temperatura de 30.000 ºK. Su masa equivale a la de 20 soles.

Hatysa (Iota Orionis) se encuentra en la Espada de Orión, y con una magnitud de +2.75 es la más brillante de las que conforman dicha espada. También es conocida como Na´ir al Saif. No se conoce la distancia a la que se encuentra, especulándose con cifras que van desde 1.300 hasta 2.000 años-luz. Es una gigante azul que está a 31.500 ºK de temperatura, es decir, más de 25.000 ºK más caliente que el Sol. Su masa equivale a 15 veces la de nuestra estrella.

M42: LA GRAN NEBULOSA DE ORIÓN.

En el centro de la Espada de Orión, bajo el cinturón, se distingue, a simple vista, una mancha difusa que se confunde a veces con una estrella. Se trata del objeto del Catálogo de Charles Messier número 42, M42, conocida como La Gran Nebulosa de Orión. Se trata de una nebulosa difusa, una de las más brillantes que existen, que puede ser observada sin ayuda óptica. Situada en torno a los 1.500 años-luz de nosotros, tiene un diámetro aproximado de 30 añoz-luz. A simple vista aparece borrosa, pero con telescopios sencillos, o simplemente con prismáticos, se observa con bastante nitidez.. Las imágenes ópticas revelan que se trata de una nube ingente de gas y polvo. Contiene en su interior estrellas de formación reciente, nubes interestelares, cúmulos estelares, regiones de Hidrógeno H II (iónicamente activas) y nebulosas de reflexión. La pequeña nubosidad que aparece desgajada en la parte superior es la Nebulosa de De Marian, o M43. Varias facciones de la nebulosa tienen su nombre propio. La senda oscura que se extiende desde el norte hasta la región brillante se llama la Boca del Pez, y las regiones iluminadas en ambos lados reciben el nombre de Alas.
En esta fotografía vemos el cúmulo del Trapecio, llamado así por el asterismo de sus cuatro estrellas principales. Estas estrellas, entre la 5ª y la 9ª magnitud, pueden resolverse sin dificultad con un telescopio de 80 mm de apertura. Son estrellas muy jóvenes, que acaban de formarse.

LA REGIÓN DE ALNITAK

Alnitak (Zeta Orionis) es, no estará de más recordarlo, la estrella situada a la izquierda en el Cinturón de Orión. En sus proximidades se encuentran dos interesantes objetos de cielo profundo: la Nebulosa de la Flama y la Nebulosa Cabeza de Caballo. En la fotografía se aprecia a Alnitak, la estrella más brillante, y justo debajo está la Nebulosa de la Flama, que debe su nombre a su apariencia de estar en llamas. La estrella brillante situada arriba a la derecha es Sigma Orionis (no tiene nombre propio), y en el centro aparece la Cabeza de Caballo, una espectacular nebulosa oscura de la que, a la izquierda, ofrecemos un detalle.

La Gran Nebulosa de Orión es un objeto muy apreciado por los aficionados a la astrofotografía. Ocupa en el cielo una extensión aparente superior a 60´ de arco.

ORIÓN COMO GUÍA DE ORIENTACIÓN

La Constelación de Orión y Sirio.

En las próximas líneas usaremos a las estrellas de la constelación de Orión, ya conocidas, para localizar otras importantes estrellas y constelaciones del cielo nocturno en el invierno boreal, verano austral. Lo haremos con ayuda de unos gráficos que reproducirán con bastante fidelidad la situación, con respecto a nuestra constelación, de las estrellas que vamos a buscar. Lo haremos trazando líneas imaginarias desde Orión hasta la estrella en cuestión.

Este primer esquema recrea la fotografía de arriba, y muestra cómo, prolongando hacia la izquierda la línea que une a las tres estrellas del Cinturón, llegamos fácilmente a las proximidades de Sirio (Alpha Canis Maioris), que es la estrella más brillante de todo el cielo nocturno; a continuación, no habrá dificultad en localizar al resto de las componentes de Canis Maior (el Perro Mayor). Los habitantes del Hemisferio Austral deben tener en cuenta que su visión difiere de la Boreal en 180º.

En este otro, el esquema lo hemos tratado justamenta al contrario, uniendo la línea de las tres estrellas del cinturón para prolongarla hacia la derecha, justamente hasta las proximidades de Aldebarán (Alpha Tauri), una preciosa gigante roja que es la estrella principal en la constelación de Tauro. Un poco más allá apreciamos al cúmulo estelar abierto M45, las magníficas Pléyades, que serán objeto de nuestro próximo trabajo. Con respecto al Hemisferio Sur, hay que hacer la misma observación que hicimos con ocasión del esquema anterior.

Por último, y como quiera que ya conocemos la ubicación de Betelgeuse, y acabamos de aprender a localizar a Sirio, usaremos estas dos estrellas para construir en el cielo un imaginario triángulo equilátero, que se llama el Triángulo de Invierno, cuyo tercer vértice será Procyon, una brillantísima estrella, que es la principal integrante de la constelación de Canis Minor (El Perro Menor). Existe también un Triángulo de Verano, formado por Vega, Altair y Deneb.

Usando éstos y otros pequeños trucos, podremos ir ubicando poco a poco las constelaciones y sus estrellas principales, aumentando así nuestro conocimiento del Cielo y el Espacio Exterior sin esfuerzo, pero sí con cariño y dedicación.

MITOLOGÍA

Orión era hijo de Poseidón, dios del Mar, y de Gea, la Madre Tierra. Tenía una belleza extraordinaria y creció tanto que llegó a convertirse en un auténtico gigante. Tan enorme era, que podía andar por el fondo de los mares profundos sin que jamás las aguas le cubrieran de hombros para arriba.
Después de muchas aventuras, Orión fue a la isla de Kíos, donde al poco tiempo se enamoró de Mérope, la hija del rey Enopión. Tal era su amor hacia ella que la pidió en matrimonio. Enopión consintió en ello, pero previamente exigió al gigante que demostrara su valor llevando a cabo una difícil misión. Orión tendría que exterminar un gran número de animales dañinos que estaban causando enormes pérdidas en las cosechas de la isla. Una vez que hubo exterminado todas las alimañas, el monarca se negó a cumplir lo prometido.
Orión intentó vengarse de Enopión, pero no pudo encontrarlo ya que éste se refugió en una cámara subterránea tan enrevesada, que era prácticamente inescrutable. Entonces, Orión montó más aún en cólera y, enfurecido, le dió por matar con sus infalibles flechas y sin piedad alguna todos los animales que le iban saliendo al paso, ya fueran animales feroces o mansas e inocentes criaturas. Tal era el número de bajas que había causado ya, que su madre Gea tuvo que intervenir pidiéndole, sin ningún éxito, que fuera benévolo y reflexivo. Orión hizo caso omiso a las palabras de su madre y siguió en sus trece, a pesar de las repetidas advertencias de Gea.
Un día, cuando el soberbio gigante se encontraba reunido con sus amigos, envaneciéndose de que ni los tigres, ni las panteras, ni aún los leones o serpientes eran capaces de producirle espanto alguno, desbordó la paciencia de su madre, la cual le mandó un escorpión muy venenoso. Orión, al verlo, no pudo contener su irónica sonrisa ante la ridiculez de aquel insignificante adversario enviado por Gea.
El gigante se confió demasiado y el escorpión le picó en un pie con su potente aguijón venenoso. La terrible ponzoña se extendió por toda la sangre del cazador y éste cayó al suelo medio moribundo. Cuando vio que la muerte era ya inminente, pidió auxilio e imploró venganza al todopoderoso Zeus, ya que la muerte que le acechaba era poco gloriosa para un personaje de su talante. Le pidió al dios supremo que lo colocaran en los cielos con sus dos fieles perros de caza (Canis Mayor y Canis Menor) y una liebre (Lepus), para que los hombres, cuando miraran hacia arriba en las oscuras noches estrelladas, recordaran sus aventuras como cazador. También le pidió a Zeus el dominio de las tempestades, las tormentas, el hielo y los vientos, a fin de poderse vengar así de su madre la Tierra (Gea).
El dios fue condescendiente con Orión y atendió sus súplicas. La Tierra tembló, y desde entonces lo ha venido haciendo hasta nuestros días cada vez que ha visto aparecer a Orión sobre el firmamento, ya que éste siempre ha traído consigo el viento, el frío, las tempestades, los hielos, las nieves y las escarchas, que tan abundantes son en invierno sobre la Tierra, coincidiendo con la llegada de esta constelación.
También se encargó Zeus de situar el Escorpión (Scorpius) en el firmamento, pero tuvo cuidado de ponerlo lo más alejado posible del gigante para que nunca más volvieran a enfrentarse. Así pues, cuando Orion desaparece de la bóveda celeste es cuando hace su aparición Scorpius. Mientras que Orión aparece durante el invierno, Scorpius lo hace en el verano.

ORIÓN EN LA HISTORIA DE LAS CIVILIZACIONES

Los egipcios vieron la constelación de Orion como al dios Osiris sosteniendo en sus manos a la estrella Aldebarán o Alpha Tauri.
Isis está representado como la estrella Sirius, la más brillante del firmamento y que podemos ver en los cielos de Noviembre hasta Marzo. Para los egipcios su calendario empezaba cuando observaban a Sirius en su orto o salida poco antes de amanecer, fenómeno que se producía en junio y que por la precesión de los equinoccios se produce ahora a finales de Agosto y que conllevaba la crecida del Nilo, fundamental para el control y desarrollo de la civilización egipcia.
Algunos fragmentos de los Textos de las Pirámides afirman que el alma del Faraón se convertiría en una estrella de Orión:
«En tu nombre de Habitante de Orión, con una temporada en el cielo y una temporada en la tierra»
(Textos de las Pirámides 187).
«¡Oh rey, tú eres la gran estrella, el compañero de Orión, que recorres el cielo con Orión, que navegas en el Duat [mundo inferior] con Osiris; tú asciendes desde el este del cielo siendo renovado en tu debido tiempo y rejuvenecido en tu debido momento. El cielo te ha llevado junto a Orión»
(Textos de las Pirámides 882-3).
En el libro de la Biblia, Orión es mencionada al menos tres veces, dos de ellas en el Libro de Job.
«Él ha creado la Osa y Orión, las Pléyades y la constelación del Sur», Job 9:9.
«¿Anudas tú los lazos de las Pléyades o desatas las cuerdas de Orión?», Job 38:31.
Y también en el Libro de Amós 5:8.
Especialmente en la Edad Moderna, a través de la creación tecnológica la Humanidad se ha permitido ver grandes detalles del firmamento. Así, con el telescopio espacial Hubble, Ojo Astronómico de la Humanidad, sus creadores han obtenido maravillosas escenas como la Nebulosa de Orión o la Nebulosa de la Cabeza de Caballo.
La siguiente ilustración está sacada del libro «la Profecía de Orión. El regreso de Jesús de Nazaret», de Adrian Gilbert. En la imagen se reproduce una escena en la que «el Mensajero» recibe un rayo desde «el Portal» de Géminis mientras San Juan escribe el Libro de la Revelación.
«Abriendo la Puerta Estelar: 29 de junio de 2000».
Pintura de Bengt Alfredson.

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